La totalidad de las combinaciones de teclas que presione para definir este texto, ya mismo deja de pertenecerme para formar parte del Parnaso de la intelectualidad moderna, de la creación colectiva de la humanidad, pues pasará a integrar un blog sobre el cual no podré reclamar ningún derecho de autoría -o casi-.
Particularmente me alegra el no poseer mi obra, lanzarla y que sea leída, copiada y pegada, remixada o destruida, y no es porque siento que no sea tan valiosa, sé que no estoy escribiendo "Hamlet", pero aunque así fuera, admito que todo lo que escribo no me pertenece por completo ya que en todo lo que soy, siento, pienso y hago repercute toda la historicidad por la que fui influido y constituido, y con la cual también debatí y remixé, de manera virtual, mental o literal. En esto mismo que acabo de escribir aparecen reminiscencias de la polifonía de voces de las que hablaba Mijaíl Bajtín, quien rechazaba la idea de un yo individualista escribiendo, a favor de una construcción histórico-social del discurso. Tengamos en cuenta que este pensador no conoció los nuevos medios de comunicación electrónicos, los cuales reforzarían sus argumentos sin duda.
Más allá de lo adquirido en el pasado como "voces" que operan en nuestro presente al momento de la creación, entra en escena nuestra intención a futuro, es decir, qué queremos lograr con una obra determinada de cualquier índole o rama a la que nos aboquemos.
Si poseemos la sabiduría suficiente como para poder pensar en el "nosotros" antes que en el "yo", si podemos sentir que, en un espiral evolutivo, todo lo que hacemos se continua en otros (incluso trascendiendo la muerte), y si esto nos alegra y nos libera íntimamente, entonces estamos en condiciones de empezar a participar de esta creación colectiva que nos propone la era de la comunidad 2.0.
Una nueva aldea mundial que nos ayuda a aprender a soltar más que a poseer. Porque en definitiva, de eso se trata la vida ¿no?. Al menos en este plano de la existencia.
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